Congreso sobre los usos y abusos de las religiones en la Baja Edad Media peninsular
Las tres religiones presentes en la Península Ibérica – Cristianismo, Judaísmo e Islam – determinaron en buena medida la vida de los hombres y mujeres durante la Baja Edad Media. La dicotomía fue la tónica predominante en la relación entre los grupos sociales y las religiones: si por una parte, en ocasiones éstas fueron amistosas y estuvieron regidas por la reciprocidad, en otros casos, por el contrario, los intereses particulares se sirvieron de dichos vínculos provocando abusos de diverso género. El objetivo principal del congreso es el estudio de esta dualidad. Para ello se partirá de tres grandes ejes: la percepción, la manifestación y el espacio. Cada uno de ellos se corresponderá con una de las jornadas del congreso, que a su vez se dividirán en dos sesiones – mañana y tarde- para abordarlos desde perspectivas contrapuestas.
La percepción que estas sociedades tuvieron de sí mismas y de otras, estuvo mediatizada por la religión, entendida ésta en su sentido más amplio. Además de la situación legislativa que implicaba pertenecer a un determinado credo, dentro del mismo también se dieron diferencias de status social, que determinaron la vida de los hombres y mujeres. Cada grupo trató de conformar una identidad propia y diferenciada del otro, a partir de la cual se generaron dos procesos antagónicos: si por una parte se buscaron vías de integración, por otra no faltaron rupturas internas y externas. Dichas identidades se manifestaron en construcciones tanto de carácter material como inmaterial. Como ejemplos de las primeras están los espacios sacros o las disposiciones legales sobre la apariencia externa. Entre las segundas, podemos referirnos a textos, ceremonias, etc. que influyeron en el pensamiento y percepción del mundo de estas sociedades. La otra cara de la moneda fueron los procesos de destrucción habidos en la conflictiva sociedad bajomedieval. Éstos obedecieron a diferentes motivaciones dominados por el factor simbólico, por el interés particular o por la pura eliminación de campos estratégicos del contrario. Tampoco el espacio estuvo libre de una utilización simbólica en un mundo de fronteras. Si en ocasiones fueron rígidas, a menudo también se traspasaron, dando lugar a procesos de intercambios e influencias recíprocas. Los viajes y tránsitos, fueron una constante que influyó decisivamente en la configuración de los valores socio-religiosos de las sociedades ibéricas bajomedievales. En claro contraste y de forma paralela, se precisó de espacios estancos y claramente delimitados donde preservar la religiosidad, la identidad y la memoria de cristianos, judíos y musulmanes. A través de estas contraposiciones, a lo largo del congreso se pretende favorecer el análisis, estudio y debate sobre los diferentes usos y abusos de las tres religiones en las dos últimas centurias de la Edad Media peninsular. |